Mikel Rueda es guionista, director de cine y codirector de El jardinero, una de las series más vistas en Netflix desde su estreno elpasado 11 de abri. Además de su consolidada carrera en el sector audiovisual, es también profesor de Guion en DigiPen Europe-Bilbao, donde comparte con su alumnado no solo técnica narrativa, sino también una mirada personal sobre el arte de contar historias. En esta entrevista, hablamos con él sobre el proceso creativo detrás de la serie, la responsabilidad de emocionar al público y cómo su experiencia profesional se traslada al aula.
Sobre Mikel Rueda
Mikel Rueda, graduado de la Universidad de Navarra y la New York Film Academy, dirigió su primer largometraje, Izarren argia, en 2010, el cual compitió en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Su segunda película, A escondidas (2014), ganó varios premios internacionales y se estrenó en más de 15 países. Su documental, Quinta Planta, también se estrenó en el Festival de San Sebastián, y su tercer largometraje, El doble más quince, se estrenó en más de 25 países. Rueda dirigió episodios del programa de televisión Veneno en HBO Max y El Jardinero de Netflix.
El jardinero es un thriller emocional en el que un asesino a sueldo, incapaz de sentir, ve tambalear su mundo cuando se enamora de su próxima víctima. Protagonizada por Álvaro Rico y Catalina Sopelana, y creada por Miguel Sáez Carral, la serie ha liderado el ranking de lo más visto en Netflix desde su lanzamiento en varios paises. Mikel Rueda ha codirigido la serie junto a Rafa Montesinos.
‘El jardinero’ se ha convertido en un fenómeno internacional. ¿Cómo ha sido para ti codirigir una serie de este calibre?
Al tratarse de una producción original de Netflix, ya sabíamos que habría una gran apuesta detrás, tanto a nivel de presupuesto como de alcance, pero nunca puedes prever realmente la repercusión. En apenas un mes, la serie ha superado los 80 millones de visualizaciones, se ha estrenado en 192 países y ha sido top 10 en más de 50. Eso, por mucho que lo imagines, impacta.
¿Qué diferencias has notado entre trabajar en una producción comercial como esta y en el cine más sociocultural que sueles hacer?
Cuando trabajas en una producción comercial y por encargo, como El jardinero, sabes que hay muchas voces implicadas y te toca navegar entre lo que tú quieres contar y la historia que los productores esperan publicar. Aun así, yo nunca me desconecto de mí. Para poder dirigir, necesito encontrar un ancla emocional, algo que me resuene de verdad. Aunque la historia no sea mía, siempre busco qué parte de mí puede haber en ella. Porque creo que solo desde esa verdad personal puedes aspirar a emocionar a alguien más. Es mi forma de trabajar, de sentir el cine.
¿Cómo hiciste eso en este caso concreto?
En El jardinero encontré ese punto de conexión en la relación materno-filial. Es un tema que me toca mucho personalmente, así que decidí tirar por ahí. Intenté entender y profundizar desde ese ángulo. Siempre escribo sobre lo que me mueve en ese momento. Quizá dentro de cinco años no me represente, pero sé que fue honesto en su momento. No entiendo el cine de otra forma.
¿Eso es también lo que trasladas a clase?
Sí. Doy asignaturas como Guion, Lenguaje Audiovisual, Historia del Cine y Cinematografía y siempre les digo a los estudiantes que hablen de cosas que tengan que ver con ellos. En DigiPen, un proyecto puede llevarte fácilmente un año entero de trabajo, así que lo ideal es que te toque, que diga algo de ti, que te guste. Eso hace que todo fluya mejor. Ya habrá tiempo de trabajar en encargos ajenos, pero incluso en esos casos siempre se puede buscar una forma de que te representen.
Siempre les digo a los estudiantes que hablen de cosas que tengan que ver con ellos. que lo ideal es que te toque, que diga algo de ti, que te guste. Eso hace que todo fluya mejor.”
¿Qué les transmites sobre el proceso creativo?
Intento explicar que todo debe tener un “reason why”. No hacemos las cosas por hacer. Detrás de cada plano, cada gesto, cada encuadre, hay muchas personas pensando. El cine, y lo audiovisual en general, es mucho más detallado y laborioso de lo que parece. Todo debe estar justificado y eso exige pensamiento crítico.
¿También en los videojuegos y el arte digital?
El guion es una herramienta de comunicación. Ya sea en cine, en animación o en videojuegos, es lo que permite dar estructura, sentido y emoción a lo que se está contando. En el caso de los videojuegos, además, ayuda a conectar emocionalmente con el jugador. Es lo que hace que una obra cuente una historia, diga algo.
¿Por qué crees que eso es tan importante?
Porque vivimos rodeados de imágenes y llevamos siglos contando historias con ellas. Desde las pinturas rupestres de las cavernas, hasta las columnas de los templos griegos o los jeroglíficos egipcios e incluso TikTok, los seres humanos siempre hemos querido narrar. El lenguaje audiovisual es poderoso, pero para poder usarlo correctamente hay que entenderlo. Por eso insisto tanto en lo importante que es saber por qué haces lo que haces. La historia necesita una estructura, un guion, una intención clara. Solo así puedes conectar con quien te ve o te juega.
La necesidad de contar historias y de comunicar mediante imágenes es lo que mueve al ser humano desde las cavernas, pasando por Grecia y Egipto.”
¿Qué papel juega la pasión en todo esto?
Uno esencial. Yo soy muy apasionado y creo que cualquier carrera artística lo exige. Este mundo es duro, muy laborioso, con muchas fases de trabajo invisible. Si no tienes pasión, es difícil de sobrellevar. Pero si la tienes, entonces merece muchísimo la pena. A mí lo que me mueve es el deseo de contar historias que importen. Y eso es también lo que intento trasladar a los alumnos.

Con una mirada honesta y directa, Mikel Rueda demuestra que, incluso en producciones de gran escala como El jardinero, sigue siendo posible encontrar una voz personal. Su enfoque, tanto en el plató como en el aula, parte siempre de la misma premisa: contar algo que te mueva, que tenga sentido, que conecte contigo. Porque al final, enseñar —como narrar— también es una forma de hablar de uno mismo.
En DigiPen Europe-Bilbao, estudiantes del Grado en Bellas Artes en Arte Digital y Animación (BFA) y en Ingeniería Informática en Simulación Interactiva en Tiempo Real (RTIS) aprenden a dominar el lenguaje audiovisual y a dar forma a sus propias historias, ya sea para la gran pantalla o para los videojuegos del futuro. Si tú también sientes que tienes algo que contar, DigiPen puede ser tu lugar.